Genero, pueblos forestales y lucha. Santa Fe primera mitad del siglo XX

Mujeres del quebracho: orden y rebeldía en La Forestal

Por Alejandro Jasinski*

El mundo del trabajo del quebracho, organizado en torno a la empresa británica La Forestal en el norte de Santa Fe durante la primera mitad del siglo XX, fue territorio de mujeres trabajadoras, activistas y organizadoras del hogar. Su protagonismo, tanto en la huelga y la rebelión como en el trabajo cotidiano y en las políticas empresariales, muestra un mundo de mujeres amplio y heterogéneo.

A fines del año 1920 un torbellino de rebeldía todavía sacudía el orden que la compañía La Forestal había logrado imponer en el norte de Santa Fe. Desde inicios del siglo XX, la empresa explotaba los montes para obtener tanino exportable para las industrias del cuero. Por características propias del espacio geográfico, por su aislamiento, las empresas de esta industria debían crear los pueblos alrededor de las fábricas y las viviendas en torno a los obrajes. Era la única manera de atraer y fijar a la población obrera. Sin embargo, durante sus primeros años de desarrollo, las condiciones de vida y trabajo fueron tan penosas y violentas que activaron pronto la resistencia obrera.

Una fotografía nos muestra a un grupo de trabajadores y activistas anarquistas de la empresa, reunidos en un pícnic en un claro del monte. La imagen explicita su pose desafiante y alegre frente a la cámara de un cronista, festejando la rebelión y la protesta.

Obrero de La ForestalAl comenzar el año 1921, la rebelión fue aplacada brutalmente por Gendarmería Volante, una policía militarizada creada por el gobierno provincial para responder a las necesidades de La Forestal. La empresa financió hasta la última bala usada contra los trabajadores y sus familias.  Desde Buenos Aires, el directorio de la empresa cerró  las cinco fábricas de extracto de quebracho ubicadas en los pueblos forestales de Villa Guillermina, Villa Ana, Tartagal, La Gallareta y Santa Felicia. La masacre tomó estado público: los legisladores santafesinos escucharon terribles historias sobre los sucesos que algunos diarios provinciales calificaron como crímenes contra la humanidad, tales como los que sucederían décadas más tarde durante la última dictadura cívico militar. 

Al decidir reanudar la producción de tanino argentino, el directorio de la empresa desde Londres buscó cambiar su imagen. Con el apoyo del presidente argentino Marcelo T. de Alvear y el gobernador Enrique Mosca, se anunció a los cuatro vientos la puesta en marcha de un programa de reformas para reforzar su “obra de civilización y cultura”, según afirmaba la empresa. Esta campaña incluía la promesa de subdividir las tierras para la “colonización”, el combate al alcoholismo, premios y becas para fomentar el ahorro y la buena conducta laboral y social del trabajador, promover la higiene de la familia obrera y la formación técnica de los hijos varones, potenciales trabajadores. 

En los pueblos forestales aparecieron afiches escritos con letra grande que anunciaban: “AVISO. A LOS OBREROS. POLÍTICA ECONÓMICA Y SOCIAL DE LA FORESTAL”. El aviso se dirigía a los hombres trabajadores y contenía una limitada pero variada gama de premios y becas. En buena medida, el acceso a estos supuestos beneficios dependía de las mujeres. Ellas garantizaban la reproducción del hogar, y en ese rol, la empresa les prometía diplomas y dinero “…para las esposas de los obreros que se hayan distinguido en el cuidado de sus hijos y en la higiene y arreglo de las casas.” El médico de la empresa en cada pueblo sería el encargado de vigilar el aseo doméstico.

Esta política empresarial iba dirigida a los trabajadores y familias de los pueblos forestales de la trama urbana. La compañía buscaba con esto ganar lealtad y obediencia. También pretendía generar divisiones con los trabajadores del monte, el proletariado de los obrajes, que quedaba fuera de cualquier beneficio.

 En los montes, las mujeres cumplieron un rol central en el trabajo y en la producción de los obrajes. Primero, hacha en mano junto a sus hijos e hijas, se dedicaron a transformar los quebrachos en rollizos. Con esto podían sumar algo de ingresos al presupuesto magro del humilde hogar obrajero. Cuando los varones no estaban, eran ellas quienes sostenían el hogar. 

La presencia de las mujeres en los obrajes, espacios de relativo aislamiento, se dio también como “bolicheras” o  “chicas del tren”. Ellas encontraron una forma de vida y trabajo en el estipendio de bebidas, en los bailes y la música, y en el trabajo del sexo, fundamentalmente durante los días de pago. 

¿Qué hacían las mujeres en La Forestal? Atendían -minoritariamente- las tiendas y almacenes de la empresa, trabajaban en talleres de confección, arreglaban las “quintitas”, se encargaban de diluir la bosta de los bueyes, distribuyéndola alrededor de los ranchos para ahuyentar bichos y cocinaban pociones que curaban los males que el dios cristiano no evitaba. En los obrajes, en los pueblos, las mujeres fueron sujetos claves para el trabajo, la producción, la reproducción, la organización y la lucha en el mundo de La Forestal. Aunque apenas aparecen en los documentos, ellas fueron parte esencial en todos los ámbitos de la vida.  

Sin duda, había otras mujeres en ese mundo. Las fuentes y memorias patriarcales -también obreras- las recordaron, por ejemplo, como las “manos femeninas” que preparaban las empanadas para los picnics. Sin embargo, su rol determinante era otro. Las Damas Católicas y las Damas de Beneficencia eran “distinguidas” señoras que organizaban la caridad, la cual consagraba las jerarquías del orden empresarial. Las mujeres casadas con empleados y el personal jerárquico también fueron parte de aquel mundo, en habituales tertulias literarias y musicales o bailes sociales, como el que se observa en esta foto del Club de Empleados de Villa Ana.

 

Pese a todo, las obreras -las que hachaban en el monte o servían bebidas en un boliche, las que hacían un “trabajo rústico” por el que jamás llegarían a cobrar una jubilación-, componían según un cronista de 1941, “…uno de los cuadros más dolorosos” que podía vivirse: “…criaturas de toda edad, mujeres jóvenes, ancianas, que apenas se mueven”,  las que llegaban en masa a los vagones-tanques provistas de baldes, tarros y latas de todos los tamaños. 

En el mundo de la Forestal, las mujeres estuvieron presentes para trabajar, para amar y también para luchar. Así fue el caso de María Segovia, una mujer sindicalista, que encabezó en 1920 el Sindicato de Oficios Varios de Tartagal. La siguieron años más tarde, en la década de 1930,  mujeres comunistas como las que protagonizaron la huelga de 1936 y que, en los años subsiguientes, disfrutaron en el club obrero de Villa Guillermina el estreno cinematográfico de Niní Marshall, Mujeres que trabajan. 

Territorio de mujeres trabajadoras, activistas y organizadoras del hogar, los dominios de La Forestal supieron de su protagonismo, aunque los archivos no les hagan justicia.

Bibliografía consultada

– Jasinski Alejandro, Revuelta obrera y masacre en La Forestal, Biblos, Buenos Aires, 2013
– Jasinski, Alejandro. «Estrategias empresariales y luchas sociales en La Forestal. Una historia social del norte de Santa Fe entre la masacre de 1921 y el advenimiento del peronismo». Doctorado en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2021.
– Barberis, Alicia. Monte de silencios. Buenos Aires: Colihue, 2018.
– Pérez, Fernanda. La piel no olvida. Buenos Aires: Suma de Letras, 2019.
– Por las Hendijas del Quebracho, Mesa 03: “Género: Resistencia y Emancipación”, La Gallareta, 5 de marzo de 2021. Por las Hendijas del Quebracho – La Gallareta – 05 de Marzo de 2021

Foto1: Foto de obreros y activistas anarquistas en La Gallareta, noviembre de 1920. Fue prestada por Carlos Méndez, nieto de Liborio Méndez, quien se encuentra en el centro de la imagen, exhibiendo su revólver.
Foto 2: Afiche de La Forestal: Aviso a los obreros, 1923. Archivo General de la Provincia de Santa Fe, Archivo de Gobierno, julio de 1923, Exp. Nº 2, facilitado por los historiadores David Quarin César y Ramírez.
Foto 3: Mujeres en el recibimiento al gobernador Pedro Gómez Cello en el Club de Empleados de Villa Ana, 1930. Fuente: Colección Andrés Mouratoglou. 

Palabras clave

La Forestal – Tanino – Hacheras – Comunistas – Trabajo rústico 

*ALEJANDRO JASINSKI
es historiador y periodista. Estudia principalmente la relación capital-trabajo, estrategias de desarrollo empresarial y organización de los trabajadores, empresas y derechos humanos. Trabaja como investigador en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y es miembro de un Ubacyt en el Instituto Ravignani. Fue uno de los coordinadores e investigadores del informe Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad y es autor de Revuelta obrera y masacre en La Forestal: sindicalización y violencia empresarial en tiempos de Yrigoyen

podcast

Voz: Lourdes Michiqué
Edición: Claudio Torres
Artística: Julio Cesar Lucero