El 1º de mayo se ha convertido en una fecha relevante para las trabajadoras y los trabajadores dado que, tanto en sus modos conmemorativo, festivo y de protesta, reivindica su lugar primordial en la sociedad, resaltando la necesidad de que ello sea reconocido y traducido en derechos.

La conmemoración del 1º de mayo como Día Internacional de los Trabajadores nació en referencia a la suerte de los mártires de Chicago. Las protestas iniciadas durante aquel día de 1886 en dicha ciudad no sólo fueron ferozmente reprimidas, sino que varios de sus dirigentes fueron condenados a muerte y ahorcados. Las obreras y los obreros en huelga, acompañados y orientados principalmente por anarquistas y socialistas, habían proclamado la consigna de “los tres ochos”: ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio e instrucción. El trágico final de muchos de los involucrados y el extendido sentimiento de justicia por las demandas impulsadas potenciaron las peleas por las 8 horas de trabajo en muchos lugares del mundo, pero también por terminar con el capitalismo y su Estado. 

Con este trasfondo, la Segunda Internacional Socialista, en su Congreso realizado en París en 1889, tomó la causa  de los mártires de Chicago como ejemplo y declaró el primero de mayo como Día Internacional de los Trabajadores. Los anarquistas coincidieron en la resolución. La fecha debía conmemorarse en todos los países del mundo al mismo tiempo. Así, trabajadores y trabajadoras de algunas ciudades de la Argentina, ya desde el 1° de mayo de 1890, se sumaron a la protesta obrera mundial.

Las conmemoraciones iníciales del primero de mayo se sustentaban en conceptos de emancipación y revolución concebidos en términos de clases sociales. En su formulación originaria, la clase obrera estaba destinada a encabezar un proceso de transformación emancipadora en nombre de las clases sociales explotadas y oprimidas, tal como había sucedido en la breve pero intensa experiencia de la Comuna de Paris en 1871. Su objetivo no era otro que acabar con el capitalismo y su Estado y, junto con el final de éstos, terminar también con el dominio de la burguesía y de todas las clases sociales explotadoras y opresoras. Su apuesta original, como situación superadora, era por una sociedad sin clases sociales, denominada principalmente como socialismo, comunismo o comunismo anárquico. 

No obstante, con el paso del tiempo, los sentidos y los contenidos de la conmemoración de la fecha irían cambiando, surgiendo así nuevas significaciones que conviven con su significación original.     

Gustavo N. Contreras