Elogio al retazo
Cuando era niño, a mediados de los 80´s, supe de los retazos. Luego de varias preguntas y las correspondientes respuestas sentí cierta fascinación hacia ellos, atracción que me acompaña hasta el día de hoy. Mi padre confeccionaba ropa con un estilo muy propio y los retazos eran su insumo principal. Como trabajaba en casa, había muchos dando vuelta, me los encontraba todo el tiempo. Siempre fue de juntar cosas o, mejor dicho, pedazos de cosas y recrear nuevos objetos con esos trozos atesorados.
Pedazos, discontinuados, partes, porciones… los retazos no son un desperdicio ni un desecho, sino fragmentos que alguien por descuido, impericia técnica o falta de tiempo no estaba aprovechando. No son más que trozos que al ser recuperados en una totalidad adquieren un nuevo sentido. Los retazos pueden ser ubicados en una prenda nueva por una decisión netamente estética, caben en un pantalón con la rodilla rota o tapando un tajo en forma de siete en la parte trasera, pero también puede ser asociado con muchos otros retazos para crear sólo con ellos una prenda (una suma de partes que hacen un todo, y donde ese todo es más que la suma de las partes).
De todos los comienzos que fui proyectando para encarar este libro sobre historia obrera este es el que menos me había imaginado. ¿De dónde salió entonces esta introducción? Realmente pueden ser llamativos los caminos por los que uno puede ir potenciando ciertas experiencias vitales heredadas, las que finalmente termina volcando también en su oficio. Así, no es casualidad que el presente artefacto cultural multimedia este hecho con retazos realizados durante más de diez años en distintas actividades vinculadas a la difusión de la historia del movimiento obrero en el ámbito sindical.
Cuando digo retazos de historia obrera me refiero a pedazos preparados en distintos momentos, motivados por convocatorias particulares que no respondían a un proyecto personal de largo alcance. Es más, eran partes encargadas o preparadas para propuestas más amplias a las que iban a sumar su aporte. En otros casos, fui guardando sin ningún propósito definido trozos de ensayos que a medio camino iban siendo abandonados. El único hilo común que fue emparentando a los distintos retazos que estuve preparando y atesorando en este tiempo fue, precisamente, el interés por divulgar la historia del movimiento obrero en el ámbito gremial y en un auditorio más amplio que el universitario, una pulsión que insistía en aprovechar los muchos años dedicados a mi formación académica en pos de encontrar formas comunicativas en las que mis investigaciones ganaran relevancia al hacerse más entendibles y atractivas, y en esta mutación extendieran su público receptor, contribuyendo, de este modo, también a la formación intelectual de los trabajadores y las trabajadoras.
Esta perspectiva fue motivada por su imprescindible contraparte. No hubiera prosperado si distintos dirigentes sindicales no estuvieran insistiendo al mismo tiempo en dos aspectos: convencer a las y los trabajadores de la importancia de la formación y apostar por la posibilidad de que las y los investigadores universitarios puedan hacer un aporte en este sentido, adecuándose al ámbito que los estaba convocando, sin por ello disminuir su rigor en la elaboración y transmisión de conocimientos.
Así, los primeros pasos en este camino se deben a sus invitaciones, sugerencias y deseos. Seguramente lejos habré estado de satisfacer sus expectativas más profundas, pero me contento con haber avanzado algo en el sendero que me proponían. Estos impulsos iniciales, estos retazos, tienen que ver con ensayos que se deben a sus iniciativas sobre la cuestión, que nacieron de esta usina alimentada principalmente por sus inquietudes, las que rápidamente compartí y asumí como un reto de suma importancia.
Aceptado el desafío, me propuse juntar los retazos realizados en los últimos diez años para poner a consideración de los trabajadores y el público interesado en el tema una muestra ampliada de los avances obtenidos, a los que se sumaron algunos nuevos materiales preparados especialmente al efecto una vez que el proyecto se puso en marcha. Esta decisión expresa mi deseo tanto de situar en perspectiva el propio ejercicio realizado como de estimular el debate en torno a la divulgación de la historia obrera, la formación sindical y la investigación histórica en el ámbito gremial. De todos modos, el objetivo no es más que experimentar, juntar retazos en una prenda que les de un sentido de conjunto y enunciar algunos aspectos de esta preocupación para comenzar una conversación con interlocutores imaginados que supongo interesados en el asunto.
En el desarrollo de la iniciativa, afortunadamente, se fueron sumando talentosos compañeros que hicieron de este artefacto cultural multimedia algo muchísimo mejor de lo que podría haber hecho individualmente, en soledad. Mi gratitud hacía ellos es inmensa. Por otra parte, no es un dato menor que en esta propuesta esté acompañado por dirigentes y militantes sindicales con los que compartí experiencias todos estos años. La decisión de hacerse cargo de la edición no sólo implica un fuerte apoyo para estimular a las jóvenes generaciones en este camino, sino que evidencia la firme convicción de algunos sectores del movimiento obrero argentino respecto a la importancia fundamental que tiene la formación intelectual de los trabajadores en pos de mejorar sus prácticas sindicales. A ellos, mi enorme agradecimiento por la confianza y por la posibilidad de desarrollar el proyecto. A ellos, les dedicado este libro.