GÉNERO Y CLASE EN LA CÓRDOBA DE LOS 70

Con cara de mujer. Las obreras de ILASA en la Córdoba combativa y el clasismo

Por Rodolfo Laufer *

El sindicalismo combativo y el clasismo cordobés de los años 70 estuvieron nutridos con la acción de las mujeres trabajadoras. Las obreras de ILASA y su experiencia de trabajo, organización y lucha muestran este proceso de radicalización gremial y política que alumbró el Cordobazo.

En junio de 1969, la revista cordobesa Aquí y Ahora dedicó su número a los hechos del Cordobazo que, días atrás, habían conmovido la ciudad y el país. En el mismo ejemplar se incluía una nota sobre las mujeres que trabajaban en ILASA (Industria Latinoamericana de Accesorios S.A.), la empresa de cables y componentes de la automotriz IKA-Renault. El contraste era notorio: mientras el informe sobre el Cordobazo era ilustrado con fotos de barricadas y choques de obreros contra las fuerzas represivas, la nota sobre ILASA  remarcaba la concordia y armonía reinantes en la planta de cables. ¿Fue realmente así? ¿Por qué ILASA contrataba mayoritariamente mujeres? ¿Cuáles eran sus condiciones de trabajo, formas de organización y reivindicaciones ? Y, sobre todo: ¿qué rol jugaron las obreras de ILASA en el proceso de radicalización sindical y política que se desarrolló al calor del Cordobazo?

Hasta hace poco tiempo, los estudios históricos sobre el sindicalismo combativo cordobés desconocían o relegaban casi por completo la activa presencia de las trabajadoras. Es cierto que, estadísticamente hablando, la mayor parte de la mano de obra asalariada en Córdoba era masculina. Sin embargo, existían sectores laborales (como los vinculados a la educación, administración pública, comercio, servicio doméstico, salud) e incluso ramas industriales (como las de alimentación, textiles, calzado, vidrio) que tenían un elevado porcentaje femenino en la composición de su fuerza de trabajo. Muchas de estas trabajadoras fueron también protagonistas de la oleada antiburocrática, antipatronal y antidictatorial que recorrería a la clase obrera cordobesa en los años 70. Esta oleada dio origen, como una de sus principales expresiones, al clasismo. Se trató de una estrategia y una corriente sindical ligada a los grupos de la izquierda revolucionaria marxista y peronista, que se propuso poner en pie un sindicalismo comprometido con la lucha de clases, con un horizonte antiimperialista y anticapitalista.

En la industria automotriz, ILASA era un caso excepcional. En el resto de las fábricas, las pocas mujeres contratadas cumplían funciones administrativas. Las 300 obreras de la planta de cables, en cambio, trabajaban directamente en la línea de producción, junto a decenas de obreros. La división de tareas estaba basada en el género: a las mujeres se les asignaban trabajos simples y repetitivos, mientras que los hombres eran destinados a labores más complejas que requerían calificación o experiencia previa. Según un gerente de ILASA, las mujeres estaban “naturalmente” más capacitadas para las tareas que exigían “atención, limpieza y precisión” y no debían realizar esfuerzos físicos “impropios de su condición femenina”. Bajo estos argumentos, desde su instalación en 1964, la empresa contrataría jóvenes mujeres cuya edad oscilaba entre los 16 y los 25 años, siempre solteras. Estas obreras de ILASA ocupaban indefectiblemente las categorías más bajas del convenio, cobrando salarios menores que sus compañeros: eran la fracción más explotada de la clase obrera automotriz de Córdoba. Para afrontar estas condiciones, el personal de ILASA se incorporó al SMATA, el sindicato de los mecánicos. Así, las obreras de la planta de cables se encontraron desde el inicio en una situación peculiar. Su trabajo en la masculinizada industria automotriz (los automóviles dentro y fuera de las fábricas  siempre habían sido “cosa de hombres”) y su participación en la comunidad obrera mecánica las pusieron en tensión con los mandatos tradicionales de género de la sociedad local. Para sus hermanas o amigas, así como para sus compañeros de trabajo, parejas o familiares varones, ellas eran “distintas” y “rebeldes”. 

En poco tiempo, ILASA se convertiría en uno de los primeros núcleos de oposición por izquierda al torrismo, la conducción sindical del SMATA encabezada por el vandorista Elpidio Torres. Bajo la dirección de Edith Vera, su hermana Gladys, Lina Averna y otras obreras pertenecientes a la agrupación peronista de izquierda “18 de marzo”, las obreras se alistaron entre quienes impulsarían la lucha contra la racionalización empresarial de Renault y la dictadura de Onganía. El 29 de mayo de 1969, participaron activamente de las movilizaciones y en los enfrentamientos del Cordobazo: “un verdadero bautismo para las que nunca abandonamos la lucha”, según recuerda Lina Averna.

Al año siguiente, al calor de la irrupción del sindicalismo clasista con la recuperación de SITRAC-SITRAM y la toma de la matricería Perdriel del SMATA, las obreras de ILASA volvieron a las calles para lograr el convenio colectivo. Sus reclamos incluían la reestructuración de las categorías, igual salario por igual trabajo, la eliminación de los pases y restricciones para ir al baño, y también, la instalación de una guardería; una demanda ligada directamente a las tareas de cuidado y reproducción. El 2 de junio de 1970 las seis plantas del SMATA fueron ocupadas por las y los trabajadores, tomando a los directivos como rehenes y montando fuertes dispositivos para resistir la posible represión. ILASA fue rodeada con tanques de gas, se bloquearon las entradas y se colocó un gran cartel con la palabra “Hambre”. Los quince directivos retenidos fueron encerrados en una oficina: “les dieron dos pases para que vayan al baño. Eso fue para nosotras una reivindicación total, total”, rememora Nidia Terragni. Dos días después, el gobernador de facto nombrado por Onganía, Juan Carlos Reyes, puso en marcha el desalojo violento de las fábricas. Adelantándose al operativo policial, las obreras y obreros de la planta de cables resolvieron retirarse de la toma, denunciando el abandono y la traición de la “dirección reformista y claudicante” del SMATA. Al desalojo de las ocupaciones le siguió casi un mes de huelga, motorizada y sostenida por los sectores combativos y clasistas del gremio mecánico. Esta lucha fue finalmente derrotada mediante una maniobra del torrismo, que, violando una resolución de la asamblea, organizó el ingreso de algunos obreros a las fábricas en vehículos de las empresas. Setecientos despidos barrieron a los principales activistas opositores, incluyendo a las líderes de ILASA. 

El año y medio siguiente fue de reconstrucción. Con el torrismo en descomposición y bajo la impronta de la experiencia del SITRAC-SITRAM, los y las activistas clasistas y opositores se fueron reorganizando dentro del SMATA, dando forma así al Movimiento de Recuperación Sindical (MRS). Una nueva camada de activistas de ILASA, encabezada por Nidia Terragni, Ana María Rodríguez, Rosario Elena (“Onel”) y otras trabajadoras, fue protagonista de esta nueva etapa en la que se capitalizó la experiencia previa en la fábrica. Sostuvieron así la resistencia a la ofensiva empresarial, avanzando en la recuperación del cuerpo de delegados y delegadas, y aportaron al triunfo del MRS-Lista Marrón, encabezada por el militante de izquierda René Salamanca en abril de 1972. Este acontecimiento marcó el ascenso del clasismo a la dirección del sindicato más importante de Córdoba, pocos meses después de la represión a SITRAC-SITRAM. 

Con la nueva conducción marrón, Ana María y Onel fueron electas como delegadas paritarias. Las activistas combativas y clasistas conquistaron la Comisión Interna, generando permanentes asambleas y promoviendo la lucha por las reivindicaciones históricas de la planta. Así, en el convenio de 1973 se lograron importantes conquistas, como la inclusión de nuevas categorías para las obreras, mejoras salariales, la eliminación de los pases para ir al baño y el pago de los gastos de guardería. Gracias a sus luchas y al lugar ganado por las obreras de ILASA, en 1974 una de ellas, Nidia, se convirtió en la primera mujer en la historia del SMATA Córdoba que se integraría a la Comisión Directiva como resultado de la reelección de la Lista Marrón.

La experiencia histórica de ILASA pone en evidencia que las obreras automotrices fueron protagonistas de las luchas y de la radicalización sindical y política que abrió el Cordobazo. Su condición de mujeres y obreras articuló sus demandas, sus protestas y su organización.  Las trabajadoras de la planta de cables, más explotadas que sus compañeros varones, tuvieron que abrirse paso en un entorno laboral y sindical fuertemente masculinizado y hostil a la presencia femenina. Sus esfuerzos, su organización y su lucha abrieron un camino de militancia combativa y clasista femenina en las fábricas. Esta experiencia abonó y sigue abonando las luchas y reivindicaciones del presente.

Bibliografía y fuentes consultadas

FULCHIERI, Bibiana,  El Cordobazo de las mujeres: memorias, Córdoba, Editorial Las Nuestras, 2018.
LAUFER, Rodolfo, “Clase y género en la Córdoba combativa. Las obreras de ILASA y la ocupación de la fábrica en 1970”. Anuario de la Escuela de Historia Virtual, N° 16, 2019. Disponible en: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/anuariohistoria/article/view/27246
“Aquí están, éstas son”, Aquí y Ahora, Nº 3, junio 1969. 
Entrevistas del autor a Rosalina Averna, Nidia Terragni y Ana María Rodríguez. 2018 y 2019.

Foto 1. Abandono de ILASA en mayo de 1970. Fuente: Los Principios, 28-5-1970
Foto 2. Toma de ILASA en junio de 1970. Fuente: CDA-Archivo Fílmico-UNC. Canal 10. Derechos amparados por Ley 11.723
Foto 3. Obreras de ILASA llevando sus reclamos al SMATA marrón en 1973. A la derecha, Ana María Rodríguez.
Fuente: Archivo personal de Ana María Rodríguez

*RODOLFO LAUFER
es Profesor y Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Becario Doctoral del CONICET con sede en el Instituto Ravignani. Docente en el CBC y la FSOC de la UBA. Se especializa en la historia social, política y sindical de los trabajadores, y especialmente, en las experiencias sindicales radicalizadas y clasistas de los años 70 en la Argentina.

podcast

Voz: María del Mar Rodríguez
Edición: Julio Cesar Lucero
Artística: Julio Cesar Lucero

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