MUJERES, MADRES, TRABAJADORAS Y MILITANTES: PRESENCIAS Y MEMORIAS

De cordobesas en época de cordobazos. Memorias de trabajadoras en tiempos revueltos

Por Ana Noguera *

A través de breves relatos de activistas sindicales, recuperamos las memorias y experiencias de mujeres trabajadoras durante las revoltosas y revolucionarias décadas de los sesenta y setenta.

En 2015 y con motivo de un nuevo aniversario del Cordobazo, el Sindicato de Empleadas de Casas de Familia (SinPeCa) realizó un homenaje a quien fuera la fundadora del gremio en la provincia de Córdoba, Sara Astiazarán. Las organizadoras del evento, indignadas, señalaron que la prensa local había recordado a todos los sindicalistas varones participantes del hecho, pero no a Sarita. En las memorias individuales y colectivas de esas mujeres, la participación de Sara Astiazarán había sido determinante para las jornadas del 29 y 30 de mayo de 1969: “…Sarita decidió con su voto el Cordobazo, pero sin embargo hoy no sale en La Voz del Interior. Salen todos los demás, salen todos los que la conocieron, pero ninguno la nombró …”.

Es claro que muchas movilizaciones, huelgas y conflictos obreros del periodo tuvieron una participación mayoritariamente masculina. También fue así el Cordobazo. Sin embargo, esta masividad masculina no alcanza para explicar la ausencia de las mujeres en las fotografías, tanto real como metafóricamente. Esas imágenes reveladas -y veladas- describen sólo una pequeña parte de aquel paisaje de revuelta urbana, dejando fuera de foco a muchas protagonistas. Como Sarita, una significativa cantidad de mujeres trabajadoras fueron activas luchadoras de la época. Desde sus propios relatos, estos acontecimientos constituyeron bisagras en sus experiencias, tanto personales como políticas. 

El ciclo de protestas de estas décadas, sumado a ciertos desplazamientos del modelo de domesticidad que las imaginaba casi exclusivamente como madres y esposas, ejercieron una enorme influencia sobre todo en las más jóvenes: la posibilidad de pensarse en otro lugar del que habían tenido sus madres y abuelas. Con este horizonte, comenzaron a participar comprometiéndose en una gran diversidad de espacios y organizaciones políticas, sociales, sindicales, religiosas, armadas, barriales. 

Abel Bohoslavsky, que por esos tiempos militaba en el PRT-ERP, recordó a “la Gorda Vera”, activista política y obrera de ILASA, donde unas 300 mujeres, jóvenes y solteras en su mayoría, soldaban, encintaban y cortaban cables y componentes eléctricos para Renault:

“Habría que resaltar que en esa época existía ya una incipiente feminización de la mano de obra industrial. En una ocasión, en un acto en la puerta de IKA-Renault a la salida del turno mañana, los obreros se iban y ella, parada sobre un tacho, les gritaba: ¡Maricones, no se vayan!”.

Estas palabras recuerdan, una vez más, la activa -y corajuda- participación de las compañeras trabajadoras en los distintos conflictos. Sobre todo, invitan a preguntarnos qué conocemos de lo que ellas hicieron y vivieron durante aquel intenso período. 

Si recurrimos a datos estadísticos, podemos ver cómo, durante la década del sesenta, la ciudad de Córdoba asistió a un crecimiento exponencial de su sector industrial. Nos dan una idea también de cómo se creaban nuevas posibilidades en el mercado de trabajo, sobre todo para los varones. Un informe elaborado en 1973 señalaba que, al igual que en el resto del país, la mano de obra femenina representaba en la provincia un 35,9% dentro del total de la Población Económicamente Activa (PEA), y que existía en el mercado laboral una marcada división sexual del trabajo. Así, el empleo femenino se concentraba principalmente en las actividades de servicios (78,32%), especialmente en el servicio doméstico, docencia, empleadas bancarias y de comercios, secretarias y enfermeras. ¿Qué ocurría en los sectores industriales? Allí su presencia era más bien escasa (el 16,6%), y se concentraba principalmente en el rubro textil, en el de confección y en el sector calzado, aunque también integraron las fábricas de vidrio, alimentación, de la carne y automotrices, como ILASA.

El aumento y permanencia de las mujeres en el mercado de trabajo coincidió con su  creciente participación en sindicatos y agrupaciones. Allí algunas se convirtieron en delegadas gremiales y, al igual que los varones, enarbolaron las banderas de lo que se conoció como clasismo, proponiendo la defensa de los intereses de la clase trabajadora en contra de la patronal, el Estado y las dirigencias sindicales burocráticas. Además, impulsaron reivindicaciones específicamente vinculadas a “problemáticas femeninas” llevando  reclamos concretos ante la persistencia de diferenciaciones laborales históricas en relación a los varones. Entre esos reclamos estaba la exigencia de “igual salario por igual trabajo”, el respeto a las leyes de protección a la maternidad e infancia (conforme a la Ley Nº 11.317, que paradójicamente databa de principio de siglo), mejores condiciones laborales y de salubridad, guarderías en los lugares de trabajo, entre otras.

Ser mujer, madre, trabajadora, e incluso compañera militante, siguió siendo una combinatoria conflictiva en aquellos tiempos revueltos. Al menos así lo describió Alicia, militante y trabajadora del sector salud. Mencionó que, si bien hacia el interior del hospital donde trabajaba había una significativa participación de mujeres en las bases -dado el sector en cuestión-, difícilmente llegaban ellas a las direcciones del sindicato que las representaba. Recordó también que ellas no podían participar de igual manera que los varones, ya que tenían más carga social y familiar, y que muchas veces no contaban con el apoyo de sus maridos (obreros o trabajadores e incluso militantes) para sumarse a la participación política, actividad que algunos de ellos consideraban masculina.

Con todo, los testimonios coinciden en que a pesar de las posibles tensiones y contradicciones y la multiplicidad de situaciones diversas, las mujeres le pusieron el cuerpo a la militancia, trabajaron, se organizaron, activaron las luchas del periodo y se comprometieron políticamente cada una desde un lugar y con sus posibilidades, intentando articular (como aún hoy lo hacemos) las causas emancipatorias de la clase con las luchas por la igualdad de derechos entre los sexos. 

Quizás no fueron todas. Ni tampoco la mayoría. Pero fueron, en palabras de Susy, obrera del vidrio, “feministas silvestres”: “mujeres a quienes su marido ya no les dirá qué hacer, mujeres que cambiaron su mentalidad, mujeres que hoy saben que pueden decidir…eso es para mí lo más importante”

Bibliografía y fuentes consultadas

AA.VV (2006) Mujeres desde el Cordobazo hasta nuestros días. Movimiento de Mujeres Córdoba, Córdoba.

NOGUERA, Ana (2021) “¿Tuvieron las mujeres un Cordobazo? Algunas reflexiones desde testimonios de mujeres trabajadoras”, Revista de Estudios Marítimos y Sociales, Nº 18, enero 2021, pp. 297-324.

Corto Historias de vida de mujeres que estuvieron en el Cordobazo. Realizado por Canal 10 de Córdoba (2013). Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=q72jePv0-_A

*ANA NOGUERA
es Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Es becaria posdoctoral del Conicet en el Centro de Estudios Avanzados (FCS-UNC). Autora del libro Revoltosas y Revolucionarias. Mujeres y militancia en la Córdoba setentista (Editorial de la UNC, 2019), sus investigaciones indagan sobre la militancia femenina en las organizaciones armadas en los años setenta y, recientemente, sobre el mundo del trabajo en clave de género durante el mismo período.

podcast

Voz: María del Mar Rodríguez
Edición: Julio Cesar Lucero
Artística: Julio Cesar Lucero

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